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Todos estos términos son sinónimos. Sin embargo, en el lenguaje común se habla de terremoto cuando el sismo ha causado víctimas o daños severos en las edificaciones y de temblor cuando el sismo no ha provocado daños.

Nuestro país se localiza en la zona de colisión de la placa oceánica Nazca con la placa continental Sudamericana. Esta interacción hace que se acumulen esfuerzos tanto en la zona de contacto como en la parte interna de las placas continental y oceánica. Cuando se liberan los esfuerzos en la zona de subducción o en las fallas tectónicas, se producen los sismos.

Cuando ocurre un sismo, las ondas sísmicas provocan el movimiento del suelo y para detectar dicho movimiento se utilizan instrumentos especiales: los sismómetros y los acelerómetros. El principio de funcionamiento de dichos instrumentos es la inercia de los cuerpos, es decir, la resistencia que tiene un cuerpo al movimiento o a variar su velocidad. De manera general, un sismógrafo sencillo es  una masa suspendida en un resorte que a su vez están suspendidos sobre una base que se mueve con los movimientos de la superficie de la Tierra. El movimiento relativo entre la masa y la base puede ser graficado generando un sismograma.

Para determinar el tamaño y fuerza de un sismo se utilizan dos parámetros: magnitud e intensidad.

La magnitud es un parámetro que ayuda a determinar la cantidad de energía liberada durante un sismo. Ésta es un valor único que se obtiene a partir de las características que muestra el sismo en los sismogramas.

La intensidad es una medida que evalúa el daño ocasionado por un sismo en un lugar específico.

El punto de origen de un sismo se conoce como hipocentro, fuente o foco, y siempre se encuentra a cierta profundidad con respecto a la superficie de la Tierra; en cambio, el epicentro es el punto en la superficie sobre el que se proyecta el hipocentro.

Los sismómetros son instrumentos altamente sensibles al movimiento del suelo. Esta sensibilidad les permite detectar con suma precisión el instante mismo del inicio de un sismo, así como su terminación. El ser humano no tiene una percepción tan desarrollada  y sólo es capaz de percibir la parte más intensa del movimiento provocado por un sismo. Es decir, la persona reportará un tiempo de movimiento bastante menor al que reportará el sismómetro.

Inmediatamente después de que se genera un terremoto o sismo de magnitud moderada a grande se detecta una serie de temblores o sismos de menor magnitud localizados en las zonas cercanas al foco o hipocentro del terremoto. Estos temblores inicialmente ocurren en mayor número y conforme pasa el tiempo disminuye la frecuencia de ocurrencia y la magnitud de los mismos. Al terremoto suele denominársele como sismo principal; a los sismos que ocurren en áreas cercanas y un corto tiempo (horas a días) antes del sismo principal suele denominárseles premonitores. Estos eventos son claramente identificados luego de que ocurre el sismo principal. Los sismos premonitores también son de menor magnitud con respecto al sismo principal.

De la combinación de los siguientes parámetros depende el grado de destrucción que puede producir un sismo:

  • Magnitud.
  • Distancia al hipocentro
  • Efectos de sitio, especialmente relacionados con las características del suelo y su capacidad para amplificar las ondas del sismo.
  • Vulnerabilidad de una construcción o su incapacidad para resistir un sismo.
  • Grado de preparación que tenga la población y las instituciones para actuar adecuadamente antes, durante y después de un sismo.

En el Catalogo Sísmico Mundial se encuentra que el sismo de mayor magnitud fue de 9.5 y se localizo en Chile, el 22 de mayo de 1960.